Manolo Guevara Diaz
Soberano Digital
Tomado desde el Listin
El larguísimo proceso del proyecto Danilo Medina, que amenazó con
fraccionar a su organización política al impulsar una nueva reforma
constitucional, y luego le llevó al histórico 62% en las elecciones
generales, encontró su cúlmine en un juramento de 50 palabras.
De pie frente a su amigo de antaño, Reinaldo Pared Pérez, presidente
de la Asamblea Nacional, Danilo juró ante Dios y el pueblo, por la
Patria y su honor, cumplir las leyes de la República.
Y cuando lo hacía
entraba al que ha dicho será su último mandato presidencial, los últimos
cuatro años de una carrera política extensísima labrada desde las aulas
universitarias hasta la primera magistratura de la nación.
“Si los dominicanos nos concedieron la mayor victoria democrática de
las últimas décadas, nosotros vamos a entregarles a los dominicanos el
mejor cuatrienio de nuestra historia reciente”, prometió.
Danilo Medina consumó sus aspiraciones presidenciales la mañana en la
que los dominicanos celebraban los 153 años de la Restauración de la
República. Erguido, con la banda presidencial sobre su pecho, el emblema
político más importante del país, el presidente reivindicó su humildad.
“Soy hijo de este pueblo, de sus alegrías y de sus sufrimientos”,
dijo Danilo. “La lucha de ustedes es mi lucha. Siempre lo ha sido y
siempre lo será. Yo nunca olvido de dónde vengo y, en días como hoy,
menos que nunca. Nací en una familia sencilla del campo dominicano, fui
alumno de nuestras escuelas públicas y discípulo del profesor Juan
Bosch”.
Esas palabras, las que siguieron, las cosas que pasaron fuera y
dentro del Congreso Nacional pueden ser la construcción más real de este
pueblo, de lo que somos y hacia dónde vamos. “Mi única razón para
continuar en la política es, como les he dicho muchas veces, que nuestro
trabajo cambie las vidas de las personas”, decía Medina, y afuera, en
la despedida, los “buscones y pica pica” no solo asediaban a los
funcionarios y legisladores: se abrazaban y subían a sus vehículos como
si fueran supra escoltas hasta tener una que otra papeleta en el
bolsillo.
Era también la lucha de un Presidente por defender su primera gestión
de gobierno, afincado en los datos del Banco Central que dicen que
cerca de 900,000 dominicanos han salido de la pobreza, contra el primer
atisbo de oposición política en los últimos cuatro años en el país, que
abandonó los salones del Congreso tan pronto se juramentaron en sus
curules.
El período en camino promete tener frente a sí a los legisladores
opositores en un Congreso muy heterogéneo, con presencia de
organizaciones políticas minoritarias y con personas y personalidades
muy pintorescas. Al lado de esta realidad hay otra: la victoria
peledeísta en las generales de mayo pasado le da, junto a sus aliados,
mayoría calificada para pasar proyectos de trascendencia en la nueva
legislatura. Todo dependerá de que tan bien puedan manejar esas
relaciones con los partidos aliados, en especial con el Revolucionario
Dominicano (PRD), que le suma su segunda fuerza en votos.
El discurso pronunciado por Danilo nace en la defensa de futuro, en
lo que asegura el mandatario será República Dominicana en unos años.
Aquello de “una generación que no sabrá lo que es el hambre y que no
conocerá el miedo a quedarse solo en casa”, promesas que defiende como
el nuevo grito de Capotillo, la conexión histórica a la efeméride que
cumplía 153 años. “Cuatro años en los que vamos a pisar el acelerador y
asegurar que los avances lleguen a todos los lugares del país”, prometió
el mandatario en su discurso.
El Presidente número 71 en la historia política dominicana delineó
los temas esenciales de su próximo gobierno: calidad de la educación,
probablemente las acciones que mayor popularidad le han granjeado junto a
la lucha contra la Barrick Gold; seguridad pública, la demanda
principal de la ciudadanía y el transporte público, un extraño tema que
se ha extendido por años y que solo parece recrudecerse con las nuevas
llegadas de unidades vehiculares.
“De una cosa pueden estar seguros: en el año 2020, cuando vuelvan la
vista atrás para ver cómo era nuestro país en el año 2004, a muchos les
será difícil reconocer a la República Dominicana que teníamos entonces”,
auguró.
El Presidente asegura trabajar para lograr un cambio, profundo y
duradero, que permita dejar atrás para siempre el estigma de la
desigualdad y el subdesarrollo en la población dominicana. “Y cuando
digo estas palabras, quiero que se entienda bien a qué me estoy
refiriendo, porque no son palabras vacías, son cambios en el día a día
de nuestra gente. Cambios reales y trascendentales”, dice.
Lo interesante del discurso y de la mañana se dieron bien temprano:
primero, la tardanza en la Cámara de Diputados para instalar su bufete
directivo, que impidió al mandatario ingresar al salón de la Asamblea
por casi 20 minutos; y luego cuando Medina encarrilaba su discurso y
saludó protocolarmente a Reinaldo Pared, a quien llamó como “Presidente
ConstitucionalÖ”. Ante el apremio, Danilo se río y se le acercó al
presidente de la Asamblea como disculpa, y todos rieron.
Metido en su discurso el presidente gesticuló en una y otra ocasión, y
con cada ademán se deslizaba por su hombro la banda presidencial que le
acreditaba como el Presidente dominicano. Todo parecía o indicaba que
el emblema se caería en algún momento, pero no. El jefe de la escolta
militar se acercó en un momento de receso y le arregló la insignia con
un par de movimientos rápidos. Y de ahí al final, con la reivindicación
de Capotillo.
(+)
LAS GRACIAS POR LA ASISTENCIA
La entrada de Danilo Medina, entre aplausos y la asistencia de pie, lo llevó a una Asamblea sin oposición alguna. Solo invitados, funcionarios y legisladores, además de las delegaciones diplomáticas. Su llegada trajo el saludo casi inmediato de sus colegas de la región: Rafael Correa, presidente de Ecuador, primero, y luego Jimmy Morales, de Guatemala; Juan Carlos Valera de Panamá; Nicolás Maduro de Venezuela y Evo Morales de Bolivia. A la juramentación acudieron también Juan Orlando Hernández, de Honduras; Jocelerme Privert, presidente de Haití; el rey emérito de España, Juan Carlos I. Andrew Holness, primer ministro de Jamaica; Gastón Browne, primer ministro de Antigua y Barbuda; William Marlin, primer ministro de San Martín y en representación de los Países Bajos; Bernard Whiteman, primer ministro de Curazao; Chen Chien-jen, vicepresidente de China, Taiwán. “Ha sido un honor para nosotros contar con la presencia de tantas personalidades. Espero que hayan disfrutado su estancia en nuestro país”, escribió Danilo en Twitter
LAS GRACIAS POR LA ASISTENCIA
La entrada de Danilo Medina, entre aplausos y la asistencia de pie, lo llevó a una Asamblea sin oposición alguna. Solo invitados, funcionarios y legisladores, además de las delegaciones diplomáticas. Su llegada trajo el saludo casi inmediato de sus colegas de la región: Rafael Correa, presidente de Ecuador, primero, y luego Jimmy Morales, de Guatemala; Juan Carlos Valera de Panamá; Nicolás Maduro de Venezuela y Evo Morales de Bolivia. A la juramentación acudieron también Juan Orlando Hernández, de Honduras; Jocelerme Privert, presidente de Haití; el rey emérito de España, Juan Carlos I. Andrew Holness, primer ministro de Jamaica; Gastón Browne, primer ministro de Antigua y Barbuda; William Marlin, primer ministro de San Martín y en representación de los Países Bajos; Bernard Whiteman, primer ministro de Curazao; Chen Chien-jen, vicepresidente de China, Taiwán. “Ha sido un honor para nosotros contar con la presencia de tantas personalidades. Espero que hayan disfrutado su estancia en nuestro país”, escribió Danilo en Twitter
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